Tu derecho a estar sano

Hay un tiempo durante el cual el mundo parece detenerse.

Una enfermedad causada por un virus se ha propagado por el planeta. Y para prevenir el contagio, uno a uno los gobiernos declaran el aislamiento social obligatorio de la población. La indicación es clara: hay que quedarse en casa, lavarse las manos, mantener el distanciamiento físico y usar mascarillas.

Víctor se molesta.

Él saldrá de casa para hacer las compras, mientras su mamá permanece adentro con el pequeño Sebastián, y circulará por la calle sin cubrirse la nariz y la boca. Se ha declarado como un “antimascarilla”.

—Yo tengo derecho a no sentir que me asfixio. Quienes usan estas máscaras respiran sus propios desechos y se pueden intoxicar —repite Víctor. Sus razones han sido desbaratadas por la comunidad médica y científica, pero él insiste.

¿De dónde ha sacado esos argumentos? De las redes sociales, de las cadenas de WhatsApp.

Víctor no niega que exista la enfermedad. Pero sobre el uso de las mascarillas, parece que no captó el mensaje. Lo entiende como un recorte a su libertad.

—¡Ponte tu mascarilla, oye! —le grita una chica de su edad cuando lo ve entrando al mercado. Y Víctor no puede creerlo. ¿Acaso los jóvenes aceptan esta imposición?

—¡Tengo derecho a no usarla! —Víctor se molesta y le devuelve la queja—. ¡Y tú también lo tienes!

—¿Y nuestro derecho a no contagiarnos por usted, joven? —la señora pasa rapidito, pero Víctor la escucha. Unos metros más allá, ella voltea y vuelve a hablarle—. Usted también tiene derecho a estar sano, joven.

Algo parecido le reclama su mamá.

—Espero que tu afán por imponer tu punto de vista no te impida cuidar a tu familia y cuidarte tú. ¿Tú crees que a las médicas y a los médicos les gusta usar mascarilla? La tienen puesta todo el día. No solo para evitar contagiarse de las personas enfermas. También para evitar contagiar a las personas sanas en caso de que ya hubieran adquirido el virus.

Todo el día con la mascarilla puesta, ¿cómo hacen? ¿Dónde leyó Víctor la frase “Tus derechos terminan cuando empiezan los derechos de los demás”? En las redes sociales, en las cadenas de WhatsApp.

Pasarán meses hasta que Víctor deje de molestarse y capte el mensaje: lo que parece una obligación puede ser un derecho. No solo con sus aportes mensuales. También con la salud de toda la población.

Y recuerda, así como tenemos igualdad de derechos para todos, también debemos respetar nuestros deberes como aportantes. Revisa tus aportes declarados en la ONP aquí Si no tienes una, solicítala aquí.