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28 jul 2021
28 jul 2021
Un sol reluciente resplandecía en un majestuoso cielo azul de la capital del Perú. A Marcos García, el bodeguero del mercado, le encantaba, pues recordaba el día en que le pidió la mano a su esposa. García solía recoger unos pedidos del mercado de abastos que se ubicaba en Santa Anita, siempre llevando con él gran cantidad de dinero. Uno de esos días salió a comprar al abastecimiento, Marcos sentía que alguien le perseguía. Ante el temor de que un desconocido pudiera hacerle daño, caminaba muy deprisa; de repente aquella persona le cogió muy fuerte la mano, era su esposa Norma. El hombre estupefacto, exclamó: ¡Vaya, mujer, qué tal susto que me has dado! Normi, como le decía él de cariño, sonrió y le explicó que había ido a buscarlo, pues Rodrigo, el hijo de la pareja que ya tenía dieciocho años, necesitaba dinero para salir a comprar “un buen regalo” para un amigo que cumplía años. El padre accedió a brindar el dinero, pues era su pequeñito, el único y creían que ellos estaban para complacerlo con todo lo que él anhelase.
Hasta que un día, todo eso cambió; Lorena, una vendedora del mercado, le comentó a Marcos que ella se encontraba muy feliz, pues había comenzado a reservar un 13 % de su sueldo en la ONP para asegurar su vejez y así no viviera preocupada de lo que pudiera suceder cuando ya no tenga las fuerzas de trabajar y, sobretodo, para no ocasionar molestias a sus hijos. Marcos se encontraba asombrado y confundido, ya que creía que el sistema de jubilación era exclusividad de grandes empresas. Lorena le comenzó a contar que ella en un momento también había considerado lo mismo, pero después de que asistió a una charla sobre la cultura previsional y su importancia, cambió su manera de pensar. García decidió ir a averiguar, dado que había tomado conciencia de que el porvenir es incierto y la vejez muy cerca y en vez de ofrecerle a su hijo cosas que no eran de necesidad, decidiría ahorrar.
Al llegar a casa, muy emocionado, le contó a su familia sobre la cultura previsional; aquel ahorro que les serviría tanto para su futuro y el de su esposa, cuando ya no tuvieran la energía. O tal vez, cuando no pudieran trabajar, si es que les ocurriera un accidente que les impidiera seguir cumpliendo sus labores. Normi estaba sorprendida y contenta; sin embargo, Rodrigo se encontraba muy molesto y expresó: «¡No debes inscribirte! Lo único que harán es quitarte tu plata, ¿el 13 % de tu dinero?, ¡es un abuso! ¡Todo ese dinero serviría para comprar muchas cosas!». Finalmente, añadió: «Padre, no lo hagas, cuando termine mi carrera yo los cuidaré; vivirán en mi casa». Marcos estaba decidido, pero le ocultó a su hijo la decisión para comprobar si es que la promesa que le hizo era verdad, o solo le interesaba el dinero para malgastarlo en cosas que no necesitaba; quería ver si podía ser empático y apoyar a su padre en el ahorro para su vejez.
Ha pasado ya el tiempo y puedo confesar que Rodrigo, aquel hijo que prometió dar todo por sus padres, los abandonó; terminó su carrera y no se ha vuelto a saber más de él. Don Marcos y la señora Normi han cumplido ya más de 80 años y gracias a la pensión, que reciben por sus ahorros de toda una vida trabajando, pueden estar sin preocupaciones en el tema económico. Además han recibido la dosis de la vacuna contra la COVID-19 y se sienten seguros de permanecer vivos y sanos hasta que su querido hijo regrese.
Autora: Danitza Nicole Anaya Montenegro
Edad: 18 años
Víctor podrá tener un ingreso extra por que será docente universitario, pero cuando escucha la palabra “retener" ya no quiere ser docente y se va sin firmar el contrato.
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