Cultura previsional

15 oct 2022

La renuncia

15 oct 2022

La renuncia

—¿Estás seguro?

Esa es la respuesta del jefe cuando Víctor renuncia a su trabajo como asesor de banca digital en un renombrado banco del Perú. Y Víctor duda, pero elige mentir.

—Sí.

—Es una pena, muchacho. Trabajas bien.

Víctor se siente halagado, pero mantiene su decisión. Dos buenos motivos la respaldan. Uno: el banco está disponiendo de su tiempo al hacerlo volver a trabajar en modalidad presencial.
Dos, el motivo principal: no está de acuerdo con que se le retenga el 13 % de su sueldo mensual por concepto de “aportes”, cuando en realidad se trata de descuentos.

—Tú tienes un futuro, pero no lo quieres ver. Ojalá después no te arrepientas —se despide el jefe.

Víctor se molesta. No, no va a arrepentirse. Al menos eso es algo de lo que quisiera convencerse.

Tiene amigas y amigos que trabajan por su cuenta. No pertenecen a ninguna institución, no tienen jefa o jefe, no les imponen un horario… Y todos los meses, cobran. Algunas y algunos ni siquiera deben emitir recibos por honorarios o facturas. Reciben nomás. Eso no se ve tan seguro, pero Víctor nunca ha sabido que tengan problemas de plata ¡y lo mejor es que cobran completo el monto mensual ofrecido!

—¿Por qué yo no podría trabajar así? —se pregunta al salir del banco. Y empieza a barajar alternativas.

La primera que viene a su mente es la docencia. Ya se había preparado para dictar un curso llamado Herramientas Informáticas para las Finanzas en una universidad, pero abandonó la idea porque allí también iban a descontarle un monto mensual. Tiene el material organizado y las ganas, así que se pone en contacto con una plataforma educativa virtual que le han recomendado.

—¿Cómo es el tema del pago? —consulta por teléfono después de conversar sobre horarios y otros detalles.

—Mediante recibo por honorarios electrónico.

Ay, no. Aquí también habrá retención. Víctor se molesta y abandona la llamada sin llegar a algo concreto.

Seguirá buscando plataformas educativas hasta encontrar una donde cada mes le paguen lo que le ofrecen, sin descuentos. Será lo justo… aunque quizás no estará tan seguro… igual que las amigas y los amigos que trabajan por su cuenta.

—¿Estás seguro? —le preguntó su jefe esa mañana cuando renunció.

—¿Estás seguro? —lo cansará su mamá cuando se lo cuente.

Pues… no. Parece que no lo estará.

El dato
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