Cultura previsional

28 jul 2021

Una historia basada en el amor

28 jul 2021

Una historia basada en el amor

3er. puesto concurso #YoTengoUnFuturo

Era un 1 de junio de 2010 cuando reingresé a la administración pública, gracias a la Ley 27803, que restablecía mi derecho al trabajo, promulgada en el gobierno de Alberto Fujimori. Vestido de gala (mi terno azul usado en mi matrimonio no hacía mucho, el 9 de abril del mismo año) asistí invitado por la ONP a una misa en la iglesia de La Recoleta, allí en la plaza Francia de Lima, para celebrar un aniversario más de esa institución (Oficina de Normalización Previsional) en la que actualmente trabajo.

Ese inolvidable día cambió radicalmente mi vida de veinte años previos de trabajo informal y, principalmente, de taxista de seis de la mañana a once de la noche; era hasta ese momento, egresado de la facultad de Contabilidad de la Universidad Inca Garcilaso de la Vega. El sueldo de cada mes como asistente de pensionamiento (en soles era igual al que ganaba como informal) era administrado por mi amada esposa, una gran administradora valga la redundancia; vivíamos de manera sencilla con las comodidades elementales, sin faltarnos ni sobrarnos nada. Ahorrábamos algo para asegurar nuestra vejez, no muy lejana a esas alturas, éramos los dos solos con hijos ya con familia, yo de casi 60 abriles y mi esposa de 11 años menor que yo.

El ahorro, según Wikipedia, «es la acción de separar una parte de los ingresos que obtiene una persona o empresa con el fin de guardarlo para su uso en el futuro, ya sea para algún gasto previsto o imprevisto, emergencia económica o una posible inversión». Yo agregaría, usar tus ingresos de manera inteligente y muy pensada para hacer tu futuro más viable y con mejores armas para enfrentar las vicisitudes de la vida; es así que con el apoyo y, tengo que decirlo, la insistencia tenaz de mi esposa, inicié la gestión de mi graduación como Bachiller. Luego de obtenida dicha graduación, que duró unos cuatro o cinco meses, inmediatamente y sin pérdida de tiempo, también por insistencia de mi adorada esposa, me matriculé en un curso de profesionalización en mi alma mater y después de un año, recibía mi título profesional como Contador Público. Me colegié y certifiqué con la misma prisa. Ya mi estatus profesional me daba la oportunidad de participar en concursos internos, lo cual hice y al tercer intento lo logré. Había conseguido el cargo de analista de pensionamiento y a partir de ese momento, el ahorro se volvió en oportunidades de crecimiento; pudimos comprar un terreno a una cuadra de donde vivíamos y ayudar a nuestro último hijo, que tenía estudios técnicos en Administración de Negocios Internacionales, a que concluyera su carrera en la universidad y, mediante un crédito hipotecario, iniciar la construcción de lo que ahora es nuestro “Hogar dulce hogar”.

Dios y la vida nos ponen pruebas que vencer y misiones que cumplir. Dios mismo tuvo mucho que ver en el reingreso a la Administración Publica, en que pueda lograr el ascenso buscado y en el cambio que transformó mi vida en Cristo. Esa historia es un poco larga y será seguramente contada en la siguiente convocatoria.

Finalmente, para terminar, quiero agradecer infinitamente a la Oficina de Normalización Previsional por el trato amable desde cuando ingresé, hasta hoy, en que estoy muy cerca ya de la despedida de esta gran institución. Ahora, desde mi domicilio en trabajo remoto quiero, adicionalmente, compartir la alegría de haber recibido mi primera dosis de la vacuna contra la COVID-19.

Gracias infinitas.

Autor: Teodoro Carpio Carrón

Edad: 69 años