Se alquila cuarto

Claudia ha escuchado rumores sobre una reducción de personal en el call center donde trabaja. Y se preocupa.

Se preocupa sin sustento, como suele ocurrirle. Porque Claudia tiene años de experiencia atendiendo a clientas y clientes y sus jefes siempre la han reconocido por un trabajo bien hecho.

—Tú no solo contestas el teléfono, mamá. Tú das asesoría. Tienes todas las respuestas para posibles preguntas. Y captas gente. Eres una capa, vieja.

A Claudia le gusta todo lo que dice Joaquín, menos aquello de “vieja”.

—Y conversas con paciencia. ¡Ya quisiera yo que me hables así!

Joaquín tiene razón. No hay motivos para preocuparse. Claudia es minuciosa al llenar los formatos después de cada llamada y sus reportes siempre son útiles para las asesoras y los asesores con menos experiencia, que usan esa información como un modelo práctico para futuros casos. ¿Por qué la despedirían?

—¿Por qué me despedirían? —Claudia igual se preocupa. Aún tendría su segundo trabajo, la venta de productos de belleza por catálogo, pero con eso no le alcanzaría—. ¿Mi plan de gastos se echó a perder? —ninguna pregunta tiene justificación. La reducción de personal es solo un rumor.

—Vendiendo tu queque de plátano la harías linda —bromea Joaquín, pero se pone serio cuando nota la angustia de su mamá—. Podríamos alquilar el cuartito del fondo, por último.

¿Meter a un extraño a la casa? Hace poco Claudia empezó a pagar un crédito hipotecario porque se le presentó una ocasión. Compró la casita de un familiar que pedía poco dinero por viaje y es verdad: el cuarto de servicio está desocupado. Pero ¿meter a un extraño a la casa?

—Esa sería la última opción.

—Entonces, nos pondremos a vender tu queque de plátano. Ahora sí te hablo en serio, ma. Es buenazo. La otra Claudia quiere que le enseñes a prepararlo.

La otra Claudia es la enamorada de Joaquín. Apenas la ha conocido y parece una buena chica. Claudia sonríe imaginando a su cocina convertida en una fábrica de queques. Aparecen en su mente la abuela Pilar, Joaquín, la otra Claudia y ella misma, vestidas y vestidos como chefs, pero la sonrisa desaparece cuando imagina también al posible inquilino del cuartito del fondo.

Antes de abandonar la idea, Claudia la consultará esta noche con la almohada. Si quiere dormir tranquila, ella sabe que primero tendrá que abandonar la vana preocupación por perder su trabajo.

Recuerda que también puedes jubilarte antes de los 65 años. Más información aquí